martes, 17 de abril de 2012

Un caso de comportamiento sexual de riesgo: terapia indirecta


"Sólo hay Santos que se creen pecadores
 y pecadores que se creen Santos"
Blaise Pascal


La joven que se presenta a la sesión aparece desaliñada. Dice que tiene veinticinco años, pero aparenta diez más; el pelo corto y sucio está despeinado. El maquillaje pálido; lleva tejanos rasgados, zapatillas de deporte y un jersey enorme dentro del cual se pierde. Sus maneras son masculinas, privadas de todo tipo de encanto, se expresa en un lenguaje dialectal y usando palabras más bien vulgares. Nos ha sido enviada por un colega que la está tratando por "depresión" desde hace algunos meses y que le está suministrando una terapia antidepresiva que no ha hecho mella lo más mínimo en los aspectos más preocupantes que la chica presenta. Explica que tiene por costumbre abusar del alcohol, de la marihuana y frecuenta compañias realmente equivocas; pertenece a una rica familia burguesa y a pesar de este estilo de vida desordenado estudia en la universidad donde ha conseguido realizar algunos exámenes . Pide que la libremos de la dependencia alcohólica.

Cada vez que te acuestas con alguien, te acuestas tambien con su pasado.

Como a veces se hace en estos casos, más que iniciar una competición con la paciente, llena de prohibiciones e inevitables trasgresiones ( modelo que la paciente confirma que se ha instaurado por el colega que la ha enviado), se empieza afrontando el objetivo muy a largo plazo, en la óptica de aportar algún cambio pequeño pero significativo en cualquier otra área del funcionamiento de la paciente, para después eventualmente acercarse al problema del uso de sustancias. S ele pide, por tanto, que piense cómo podría voluntariamente empeorar, en vez de mejorar, su situación y que vuelva con la lista de respuestas. La estratagema en la que se inspira esta maniobra es la condensada en el aforismo chino "Si quieres enderezar una cosa aprende antes a torcerla aún más". Esta perspectiva asegura la colaboración del paciente, que no opone resistencia porque se le pide que piense en adoptar un comportamiento que ya está llevando a cabo. Como efecto de esta maniobra, sin embargo, el paciente a menudo descubre de forma espontánea cuáles son las cosas que podría hacer o dejar de hacer que, en vez de llevarle a empeorar su estado, podrían ayudarle a resolverlo. En efecto, muy a menudo la búsqueda de la solución a un problema se da en un sistema de coordenadas o de premisas que es rígido y no permite ningún examen real de la situación; un desvió decisivo de perspectiva, como se obtiene cuando se pide a alguien que haga algo tan inesperado como pensar en empeorar el problema, a menudo es suficiente para crear un cuadro del problema más rico y detallado.

Cada vez que te acuestas con alguien, te acuestas tambien con su pasado
En la segunda sesión, el problema se empieza a delinear de forma más clara: "Si quisiera empeorar- afirma la paciente- tendría que continuar así, es decir, tener siempre relaciones sexuales sin protección con personas desconocidas", una información que en un primer momento no nos había facilitado. La información se da sin énfasis, en el contexto de las continuas divagaciones y digresiones que constituyen el modo de comunicación típico de esta persona. Se le sugiere entonces la "media hora de pasión diaria", una técnica- ya vista en el caso anterior- que se ha mostrado útil en una serie de trastornos y que consiste en realizar una tarea que preve el autosuministro de media hora exacta de pensamientos negativos y vividos de forma angustiosa, al término de la cual el paciente ha de volver a sus actividades usuales. Se trata de una variante de la prescripción del síntoma, que se basa en el principio por el que no es posible provocarse voluntariamente emociones como las que se piden y, si por casualidad consigue hacerlo, resulta ciertamente arduo prolongar largamente el ejercicio; la respuesta que generalmente se obtiene es, de hecho, la de una sensación de impaciencia por el ritual, y de continuas divagaciones con la mente, a la cual se lleva a pensar cosas neutras y finalmente agradables durante la media hora.

En la tercera sesión, constatado el efecto paradójico puntualmente obtenido, se empieza a construir un objetivo concreto que pueda alcanzarse en un tiempo breve: la joven deberá dejar de ser un hombretón, y vestirse y comportarse como lo que es, una mujer. Una vez más, no se hace todavía ninguna referencia ni a las actividades sexuales desordenadas,  ni al alcohol, ni al hachís. Se prescribe finalmente que lleve la media hora de pasión a cinco episodios al día de cinco minutos de duración cada uno. El sentido de esta prescripción es provocar, de esta forma tan rígida, un estimulo desfavorable en relación con la idea pesimista, además de crear la capacidad de controlar esta modalidad iniciando e interrumpiendo de forma ritualizada los periodos de meditación ansioso-depresiva.
Si cada dia te sumerges en el dolor, cada dia sales a flote de el   

La joven vuelve al cabo de dos semanas mejor vestida, con un esbozo de maquillaje. Admite que ha notado los cambios que esto provoca en las personas que le rodean. Se lamenta porque se siente mal con las amigas que frecuenta, quienes, afirma, parece que sólo vayan a la busca de hombres. S ele propone la metáfora de la joya ("hasta ahora te has comportado como bisutería.... es hora que te comportes como una joya") y además se le dice que "se recoge lo que se siembra".

La siguiente sesión es dramática: ha habido una clara recaída, y la paciente explica un secreto terrible que nunca había confiado a nadie, la violencia familiar padecída años antes.
Desde entonces, siempre ha tenido una actitud de terror respecto al sexo, pero también la ambivalente sensación de que podrá ser aceptada por los demás solamente si se entrega sexualmente: para obviar esta contradictoria exigencia, ha ideado el recurso de emborracharse y de atontarse químicamente para afrontar sus miedos. Se efectúa una prescripción en forma de ritual catártico y se trabaja, aún, sobre las prohibiciones y los consejos: se le anima a que continúe comportándose como una joya. y no como bisutería.
la mejor forma de convencerte de tu valor, es convercer a los demas.
La vez siguiente ha mejorado claramente. Se le sugiere alguna técnica para que afronte con más serenidad la relación con el familiar que vive en casa.
En las siguientes sesiones la mejoría continúa. Ya no bebe, no frecuenta malas compañías y estudia con esfuerzo; viste bien, se maquilla, despierta admiración. Parece otra persona.
En este caso tan complejo demuestra algunas cosas: la eficacia de una enfoque indirecto (es decir, que en apariencia no enjuicia el problema presentado por el paciente), la eficacia del diagnóstico-intervención (con el cual los problemas se delinean a medida que se resuelven algunos aspectos, aparentemente de poca importancia), los peligros de una clasificación psiquiátrica (una paciente de este tipo podría ser etiquetada como afectada por el "trastorno de personalidad antisocial" o "bordeline"), de lo cual se originaría una terapia completamente distinta, desde el momento en que, a veces, estos trastornos se creen casi incurables.

De: " La mente contra la naturaleza, terapia breve estratégica para los problemas sexuales"
Nardone Giorgio, Rampin Matteo, 2007, Integral. (rbalibros)

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